
Capítulo 2 — Entre el ruido y el silencio
Últimamente me siento como si estuviera en modo automático.
Respondiendo, avanzando, haciendo lo que hay que hacer.
Cumpliendo con las expectativas, moviéndome en piloto automático.
Haciendo ruido, pero sin sentir que avanzo conmigo mismo.
Sigo presente en las acciones, pero no del todo en mí.
Como un cuerpo que funciona, mientras la mente está en otro lado.
Una parte que se quedó suspendida, quizás en un pensamiento que no cerré, o en una emoción que no supe nombrar.
A veces alguien me pregunta si estoy bien.
Y respondo que sí.
No porque sea cierto, sino porque no tengo energía para explicar lo contrario.
Porque ni yo mismo sé cómo estoy.
No estoy mal. Tampoco bien.
Estoy… pero no del todo.
He pensado mucho en qué significa “estar bien”.
En si esa sensación existe o solo es un estado temporal que nos contaron que debíamos perseguir.
A veces creo que me he acostumbrado tanto a pensar, que cuando todo está en silencio, me siento raro.
Como si algo faltara.
Como si el ruido fuera mi estado natural.
Y eso me asusta un poco.
Porque el cuerpo aguanta.
La mente, no siempre.
Hay días en los que el cansancio no se siente en los músculos, ni en las horas de sueño perdidas, sino en la mente misma, esa que nunca se apaga.
Un cansancio que no se ve, que no se mide en días o semanas, sino en momentos.
Un peso invisible que se acomoda en cada esquina de mis pensamientos.
Ese desgaste silencioso no grita, no reclama, no avisa.
Solo está ahí.
Como una sombra que acompaña sin descanso, sin tregua.
— Sombra
Puedes compartir este texto si crees que puede ayudar a alguien, pero por favor, no olvides mencionar su origen y respetar su esencia. Sombra es de todos, pero las palabras son mías.
🌀 Licencia:Creative Commons Atribución-SinDerivadas 4.0