
Capítulo 1 — Cómo es vivir con una mente que nunca se apaga
Hay mañanas en las que despierto, y ya hay cinco pensamientos peleando por ser el primero.
Ni siquiera he abierto los ojos, y ya estoy corriendo mentalmente: pendientes sin terminar, ideas de negocio, una conversación que tuve hace semanas, una preocupación sin forma, una culpa que no sé de dónde salió.
Es como si mi cabeza fuera una ciudad que nunca duerme.
Luces encendidas a todas horas, bocinas de fondo, anuncios que nadie pidió.
Y en medio de todo eso… yo, tratando de encontrar una calle tranquila para sentarme un rato.
No sé cuándo se volvió normal esto de estar siempre pensando.
Brincar de tema en tema, de estímulo en estímulo, como si viviera en un loop eterno de “¿y si…?”.
He intentado apagar el ruido: respiraciones profundas, rutinas, listas, horarios.
Nada funciona.
Porque el ruido no siempre es ruido malo.
A veces trae ideas buenas, conexiones inesperadas, creatividad.
Pero también arrastra cansancio.
Una especie de cansancio invisible, como si llevara el mundo en la cabeza, todo el tiempo.
Me han dicho que debería enfocarme.
Una cosa a la vez. Un camino claro.
Pero lo que no entienden es que, para mí, elegir solo una cosa es como renunciar a todas las otras.
Vivo dividido entre el deseo de crear todo y la frustración de no terminar nada.
Entre ser libre y ser productivo.
Entre lo que quiero hacer y lo que se supone que debo hacer.
Y aunque trato de fingir que tengo el control, hay días en los que el ruido me gana.
Días en los que el agotamiento mental me hace sentir inútil.
No por falta de ideas, sino por el peso de tener demasiadas.
Hoy no tengo respuestas.
No sé si esto tiene nombre, solución o etiqueta.
Solo sé que necesitaba escribirlo.
Sacarlo de la mente, aunque sea por un rato.
Si tú también sientes que tu cabeza nunca se apaga, que todo es demasiado, que estar contigo mismo a veces es agotador… esta página es tuya también.
Yo sigo buscando cómo vivir con esto.
O cómo hacer las paces con una mente que no entiende de pausas.
Quizá mañana tenga más claridad.
Quizá no.
Pero hoy, esto es lo que hay.
— Sombra